viernes, 29 de julio de 2016

César, un Vendaval - por Helwa Calvo Soriano


César Calvo Soriano

“Se fue con sus poemas y se fue con su vida
Y se fue con nosotros y se fue con su pecho
Dejándonos a solas delante de una sombra,
Delante de dos a las que buscan su recuerdo”

César Calvo Soriano

César, un Vendaval - por Helwa Calvo Soriano

Hay tantas cosas que decir del flaco César…   de su niñez, 
de su adolescencia, de su relación con su familia, de su época universitaria, de sus amigos, de sus novias; de su relación con 
la prensa, con la televisión, con los políticos y la política, con poetas y compositores etc, etc…  pero hoy les  hablaré un poquito de su fuerza  física  y  agregaré para ustedes algunas chispitas, algunos recuerdos en relación al tema. 

De la enorme  fuerza con que vivió cada momento, 
de su vehemencia  y  pasión no les diré nada, no es necesario  porque de eso saben todos: los familiares, las novias, los amigos 
y hasta los conocidos.  Yo sé, como ustedes se imaginarán muchísimas  anécdotas que lamentablemente debido a 
los involucrados en ellas, es para mí muy comprometedor escribirlas;  pero recordando todas esas historias  vino a mi mente un vendaval, y pensé que sí, que  el flaco vivió así, 
como un vendaval…   
¿O es que él fue en realidad un vendaval?

Vendaval: Vientos tan fuertes que hasta pueden arrastrar grandes buques.


César Calvo en defensa de la selva

Les contaré como dije antes, de su capacidad y fuerza física, 
un  ejemplo: Era muy  difícil encontrar a algún muchacho que pudiera ganarle haciendo Pulso, en la casa vimos  al flaco triunfar muchas veces y sin mucho esfuerzo, contra chicos mayores, o que aparentemente tenían un mayor desarrollo muscular. Y la diversión y la chacota final a los perdedores, eran  tradicionales.

Como tenía brazos y manos fuertes y ágiles le encantaba retar 
a los chicos del barrio y se consagró como un Gran Campeón
de Trompo y  Bolero, cuando creció algunas veces apostaba 
y los premios eran chocolates que repartía  entre las hermanas y las enamoradas.

La fuerza de sus piernas era también muy conocida, en una ocasión gracias a esa fuerza, se pudo escapar rompiendo una sólida puerta de madera solamente a patadas;  esto ocurrió cuando una de 
sus musas al darse cuenta que pronto la iba a dejar, esperó a que estuviera bien dormido y lo encerró en su casa con llave, luego convencida que estaba bien asegurado, salió tranquilamente
a comprar víveres.  ¡Cómo se habrá sorprendido cuando regresó y el vendaval había volado!

Por tener piernas fuertes era inalcanzable cuando desde chico, corría alrededor de la Plaza de Armas, sea en patines, a pie o en bicicleta.  Él era muy delgado y los amigos cansados de perder siempre, le decían haciéndose los payasos: “No vale, no vale, 
tu ganas  porque el aire te ayuda, corre en contra del aire a ver si puedes”. Le gustaba mucho lucirse con dos patines  y  con una gran facilidad aprendió a hacer giros y piruetas, ganándose los aplausos de los amigos y  principalmente como ustedes ya deben haberlo imaginado, la admiración de las chicas.  


Cuelguense dos Gilitos de cada brazo ...

Cuando César llegaba a mi casa de Jesús María era una fiesta para mis hijos, ellos eran chicos todavía y al flaco le gustaba jugar con ellos; un día,estando rodeado de sus sobrinos en el patio, se paró en el centro, levantó  los brazos hasta ponerlos horizontales y  les dijo: “Ahora imagínense que soy un Cristo Fortachón y lo que quiero es que se cuelgue uno en cada brazo y el que pueda bajármelo aunque sea un poquito, gana”.  Como ninguno lo consiguió, les ayudó:“Ya, cuélguense dos en cada brazo”, pero tampoco lograron bajarlos, aunque se balanceaban para lograrlo,  entonces les ofreció: “Bueno, dentro de seis meses volvemos a intentarlo y si comen más y hacen más ejercicios  seguro que me ganan, y les doy un premiazo”.  Yo calculo que ese día el flaco cargó más de sesenta kilos en cada brazo.


César Calvo carga a Pablo Milanés

Otro día llegó a la casa y como siempre, en lugar de tocar el timbre (como es lo convencional, pero claro, él nunca lo fue) desde la calle gritó una de sus locuras  como: “Madre Paridooraaa” o “Abraan…  Gilitooos” o “Papaayaaa” o “Llegó su tiazoo  locaaazo”, etc.  Era  mediodía, venía trayendo una gran bolsa del supermercado para preparar algo especial para el almuerzo, nos sacó a mi ayudante y a mí de la cocina, buscó y como no la encontró, no tuvo más remedio que llamarme para que le dé una sartén gruesa con teflón… la vio y  me dijo: “Esto ya más  parece un Wok, yo la enderezo”, salió a la lavandería, la volteó, la apoyó en el lavadero y con el borde de su mano, del lado del dedo meñique, le dio un solo golpe en el centro… y el fondo quedó otra vez plano,entonces riéndose orgulloso regresó a la cocina. Y por supuesto que todos  comimos felices, porque cualquier cosa que preparaba era siempre una delicia, podían ser cebiches, tallarines, horneados, sopas o guisos diversos siempre inventados con lo que encontraba en la cocina, porque él también tenía ese don: Ser un magnífico cocinero.  

Hablando de comidas recuerdo un sábado que apenas después del desayuno, llegó el flaco César con Guillermo, mi mamá y un pavo vivo, que supuestamente le acababan de regalar; en mancha declaramos que de ninguna manera, ni en sueños mi mamá, Guillermo, Rubén, yo o mi ayudante lo íbamos a matar;  entonces él dijo:” Son todos unos miedosos, yo lo mato fácil” buscó el cuchillo más grande y más filoso y se quedó en la cocina solo con mi ayudante para que ella coja al pavo de las patas y de las alas, le dio a la víctima una copa de pisco, él tomó otra  y como un verdadero experto le cortó el cuello, lo peló y lo cocinó, solo después del magnífico almuerzo nos contó: “Es la primera vez que maté a un pobre animal, pero, hay que reconocer que de todas maneras, ha salido riquísimo ...”  

En una oportunidad César tuvo una conquista que vivía en un barrio movido, tendría dieciséis o diecisiete años y  había asistido con unos amigos de la universidad, a una clase de Karate donde a las  justas  les enseñaron solo el  saludo.  Esa noche después de ver la chica, se despidió y solo había avanzado unos  pocos metros, cuando lo rodearon cuatro muchachos  que con groserías  le exigieron que les entregue su  billetera,  mostrándole sus chavetas… apenas después de un instante de duda, se cuadró como Karateka…  hizo un giro completo…  y se puso en posición de ataque (era todo lo que sabía)… los asaltantes   asustados, corrieron  y  se perdieron dando la vuelta a una esquina. Se acabó el  peligro gracias a su valentía, a su astucia… y a su suerte,  porque claro que el flaco tenía suerte y dicen que se debía a que él nació  de pie ...


César Calvo en su casa de la calle Gremios.

Otra anécdota que da pruebas de su valentía es esta: Una tarde César estaba escribiendo, solo y en silencio en la sala de la casa de Gremios y escucha un suave ruido metálico, mira al frente y ve que algo ha sido introducido en la chapa de la puerta y la hace girar,   sabiendo que es alguien que trata de entrar, se levanta rápidamente y… le abre la puerta, delante de él está un muchacho moreno de su misma edad con el rostro demudado y un instrumento en la mano. El flaco le dice: “Pasa hermano, estás asustado siéntate, te voy a servir un pisco” (y lo hace). “¿Qué me vas a robar a mí? Mira, soy pobre, aquí no hay riquezas”…  “¿Qué, te vas a llevar el televisor de mi madre o mi máquina de escribir?”,  “Me revientas si lo haces, de eso vivo hermano… de escribir”.   “Más bien te voy a pedir un favor: Avísales a tus patas que aquí no hay nada y que solo se van aponer en peligro si vienen, porque tengo un hermano que es bien loco, no es tranquilo como yo, suerte que hoy salió y me encontraste a mí”  El muchacho sin decir una palabra, solamente asintiendo con la cabeza, salió ...    

Pocas veces pude presenciar, pero muchas sí escuché desde mi cuarto (que estaba al lado de la sala, en la casa de Gremios) las discusiones del flaco, o mejor dicho la exposición de sus ideas sobre Literatura, Historia, Poesía, Política, Música o muchos otros temas, con sus compañeros de la universidad o sus muchos amigos, que a veces llegaban pensando de una manera  y  se  iban convencidos que la verdad era precisamente todo lo contrario. Y nosotros siempre estuvimos muy orgullosos de su cultura y de su gran poder de convencimiento.


César Calvo bogando en un río selvático

¿De qué cosas estarás convenciendo ahora a los que están contigo, Flaco? ¿O será que estás demostrando sus dotes de corredor, de patinador o de forzudo? ¿Llamarás también allá a gritos  y riéndote a tus patas, como hacías con nosotros? ¿De qué tratarán tus nuevas poesías, tus últimas canciones? ¿Pasarás  acaso mucho tiempo cantando con tía Consuel,mi Papá, el Barbón y mi Mamá o se cuentan chistes? ¿Será que estás junto a las Musas que te precedieron? No, tal vez  les estás dedicando poemas a Musas nuevas.  Te pensamos, te extrañamos mucho Flaco, te queremos… Muchas veces te hemos escuchado llegar como un vendaval, gritando en la puerta, llamándonos como antes, si, créelo Flaco, muchas veces te hemos oído…  pero luego corrimos a abrirte y no estabas allí…   Entonces ya comprendimos Flaco, tuvimos que aceptar lo inevitable: Que nunca más vendrás a cocinar para nosotros, a reír con nosotros, a recitar o a cantar para nosotros, a jugar con nosotros, a estar  para nosotros; si, lo aceptamos César, mi querido vendaval, pero solamente quiero que quede claro  
que para ti, el olvido no existe, que te tenemos siempre en 
nuestro corazón ...

Helwa Calvo Soriano



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Edita Dr. Guillermo Calvo Soriano

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