jueves, 17 de enero de 2019

César Calvo - Olor de Ciruelos - poesía

César Calvo

César Calvo - Olor de Ciruelos - poesía

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César Calvo - Olor de Ciruelos - poesía

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César Calvo - Olor de Ciruelos - poesía

Olor de Ciruelos - Poesía

Un olor agridulce de Ciruelo, 
despegandose lento de mi piel y hacia mi en la oscuridad,
incorporándose, en el lado contrario de la cama, 
un olor hembra, fresco, de Taperibá,
despeñandose en dos blancuras largas,
que se ensandalian apenas rozan tierra y espuma.
Un silencio en puntillas rumbo al cuarto de baño,
manos de par en par abriendo el grifo tibio 
y luego el bronce frío,
un desbocarse de aguas, sonando entre montañas arboladas,
el brumor de la noche perfumada,
brillando bajo un cielo que suele confundirse con la felicidad.
Eleonora regresa consolando arenales, que ha calcinado nadie,
me toma de la mano y el Sol ríe entre almohadas 
que arrojo contra el techo,
desciendo del umbral y me abrazo a su antojo,
no sentimos el umbral de la puerta como brasa, 
que pisamos en fuga,
y el espinoso musgo de las piedras que rodean la poza, 
que recibe sin saciarse jamás 
al espumear tronante de las dos cataratas,
eternos y desnudos atravesamos 
por entre debajo las cortinas del agua,
y entramos a una gruta cavada por si misma 
en ese gran peñasco de dos pisos.
Desde lo alto del fondo, intermitentemente, algo fulgura,
nada vemos, solamente el torrente, 
que nos hunde abrazados en la cama,
y el agua de los grifos, que de pronto, ha cesado.
Tras las cortinas que nos protegen del ventanal del cuarto,
la luz artificial entra y sale, en colores,
repitiendo las letras de un hotel, 
cuyo aviso Eleonora no mira, y yo también.
Descubrimos a ciegas, que tras de la ventana cubierta 
por las aguas, sigue sonando el Sol.
Y dejamos la gruta y nos mojamos, nos mojamos de nuevo, 
intermitentemente, nos mojamos al pie de las cortinas,
en el cuarto, en el Centro del Mundo, 
que se extiende sin fin ante nosotros,
bajo aquel cielo  rojo, de Oro negro, que Eleonora, 
despierta, confunde con su sueño, 
con sus cuerpos abriéndose y cerrándote 
y los míos entrando y repitiendo intermitentes lutos luminosos 
de un aviso que ella esperaría no recibir jamás.
Pero Eleonora se desatiende y duerme.
Y despierta y se aferra al fantasma de un sueño que se fue 
para siempre, mientras ella dormía.
Conmigo es que se ha ido, terco, a contracorriente, braceando, 
hacia lo alto de las altas cascadas que de súbito caen 
de los ojos de Eleonora, 
que ignora que se ha vuelto a dormir. 

César Calvo

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Edita Dr. Guillermo Calvo Soriano de Lima - Perú

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COMENTARIOS
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César

Veo tu rostro y, escucho tu voz...eres el de siempre, el que no debe cambiar.
Acuérdate de tu amigo y compañero de Promoción.
Donde te encuentres, un fuerte abrazo


Alejandro Sotero
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Como siempre es reconfortante escuchar la voz hecha poesía de nuestro hermano César.
Graciela estará feliz recordando a su flaco. 
Un Gran fuerte abrazo.

Francisco Tello
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Bellísimo....
Muchas gracias.

Carmen y Germán Palacios
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Bella poesía, Grande el poeta...

Manuel Robles Espinoza
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Bello gracias por compartir.

Irma Nafhally Contreras
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¡¡¡ Gracias  por la poesía!!!
Muy buen.
Saludos.

Isaac Leonel Colina
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