viernes, 11 de octubre de 2024

Homenaje a César Calvo - Librería Sur - Miércoles 4 de Septiembre del 2024.

 

Homenaje a César Calvo 

Librería Sur 

Miércoles 4 de Septiembre del 2024.

Víctor Ruiz toma la palabra a nombre del Grupo Planeta.

Sra. Giuliana Vidarte

    Quiero iniciar agradeciendo a Víctor Ruiz y a Robert Baca por invitarme a compartir esta conversación. Ambos saben que “Las Tres Mitades de Ino Moxo y otros Brujos de la Amazonía” es una queridísima novela para mí. Estoy muy contenta que estemos reunidos hoy para celebrar esta nueva edición, que actualiza la novela en el presente y la hace más cercana a su primera concepción entre finales de los setenta e inicios de los ochenta.

    Considero importante destacar esta clara intención de “respetar el espíritu del libro” como se menciona en la nota del Editor. Así podemos acercarnos con mayor precisión al proyecto original, desde el rescate de los elementos propios de la visualidad que buscaba desplegar César Calvo Soriano, y que desarrolló en colaboración con artistas y fotógrafos. Asimismo, esta nueva edición cuenta con un texto que como propone, su autor,  Robert Baca, no debemos leer como un prólogo o un ensayo sino como “un halo de vida que seguimos compartiendo”, como una de esas “ideas que habitan el aire” y que actualizan las posibles lecturas de la novela y la presentan como un amplio territorio para los debates actuales.  Especialmente si pensamos en el modo en que desde el texto de Calvo se abordan los vínculos entre los humanos, su entorno y los seres vivos y no vivos, como una amplia constelación, como un bosque de ideas.

Mi relación con esta novela es intensa. “Las Tres Mitades de Ino Moxo y otros Brujos de la Amazonía” y yo tenemos la misma edad. Me ha acompañado en alegrías, despedidas y sus palabras han proyectado y consolidado grandes amistades que conservo hasta hoy.  Guardé la última página de la novela para terminarla de leer en mi primer viaje a Pucallpa, durante el aterrizaje. Me hospedé en el Hotel Tariri, tantas veces mencionado en la novela y mi primera visita fue a casa de Yando Ríos, uno de los artistas que es personaje dentro de la novela a conversar sobre “Las Tres Mitades de Ino Moxo”.  

Cada vez que puede reaparece en mi vida cotidiana, con algún tema nuevo para pensar o con un detalle que no había tenido en cuenta previamente. Por ejemplo, en los últimos meses he estado trabajando sobre las relaciones entre las artes visuales contemporáneas y los diseños del Kené,  los patrones del pueblo amazónico Shipibo-konibo y, también, en la novela encontré una reflexión y una definición sobre estos diseños. 

A partir de una pintura que decora las paredes del Hotel Tariri los personajes diferencian a quien puede ver estos trazos como adornos, rayas bonitas, de los propios miembros de la Comunidad Shipibo-konibo que en la narrativa de la novela retratan al ánima de algún pariente en sus diseños pues son “Retratistas de Almas”. 

Don Javier Dávila Durand.

En palabras de Don Javier: “Mira el dibujo de esta pared, ¿bonito?, para tus ojos seguramente no es otra cosa que un dibujo bonito. Yo lo observo sabiendo ya lo que es y lo que ha sido, sabiendo que cada línea que baja o se detiene expresa una relación, una vinculación irrevocable con la conducta y con los sentimientos, víveres o flaquezas particulares del alma de alguien. Hay un hilo invisible, pues, que se puede llegar a mirar, que se aprende y que no se ve con los ojos del cuerpo material. Yo contemplo esta pared pintada y en realidad no estoy contemplando una pared pintada. ¡Ahí está nítida la cara del ánima de un hombre! ¡Ahí están las facciones de su alma, claritas…!

“Las Tres Mitades de Ino Moxo” es un libro que es un compañero de vida y de aprendizajes y, además, es un libro desde el que se despliegan redes de diálogo y de trabajo con diversos artistas. “Las Tres Mitades de Ino Moxo” es un libro que lee a otros libros como “La Sal de los Cerros” de Stefano Varese. 

Es un libro que contempla paisajes y evoca a quien los pinta. Como en la escena del encuentro del protagonista con un cuadro, una imagen, que ya conocía de memoria, pintado por César Calvo de Araújo varios años antes, con sus mismas luces y colores. 

“Las Tres Mitades de Ino Moxo” es un libro que experimenta diversas obras de arte, las recuerda y las despliega en ese aire compartido, así ve las esculturas de Agustín Rivas y escucha la música del Juglar de la Selva, el Monstruo de la Canción, Raúl Vásquez.

Crear y existir es un proceso colectivo, es un proceso compartido entre muchos seres. César Calvo Soriano escribió la novela en parte en la casa de Chaclacayo de sus grandes amigos Francesco Mariotti y María Luy. Entre historias de ollas quemadas, bomberos de Chaclacayo y continuas correcciones al manuscrito original, terminó por tomar forma la novela. 

Asimismo, Mariotti participó del proceso de creación de los materiales visuales que son parte de la novela: una serie de seis grabados. 

Así describe el artista el proceso de creación de esta serie: “Yo nunca había hecho algo así, no es mi escritura, pero sí  fue  como una alucinación. Yo estaba solo [...] me había traído [a Suiza] el texto de César y en la medida que lo iba leyendo, realmente tenía sueños, como alucinaciones en la noche. Ahí es que nacen esos dibujos, solo en blanco y negro  [...]  Me  salían así, no hacía tantos bocetos, me salían como una cosa extraña, rarísima”.

En una carta enviada por Calvo Soriano a Mariotti el 18 de Mayo de 1981, se dirige a su amigo como “mi querido Ayúmpari”, hermanos unidos por un vínculo sagrado, y se refiere a la novela como “nuestro libro” reafirmando el modo en que lo entendían como una creación compartida. La carátula de la primera edición de la novela es un trabajo de diseño también desarrollado en conjunto entre Calvo Soriano y Mariotti. El primero hizo el dibujo preliminar y le pidió  a  Mariotti  imprimirlo en una serigrafía. Ellos decidieron entonces hacer la impresión no sobre un papel sino sobre una corteza natural. La novela incluye también una serie de fotografías entre las que destacan las del fotógrafo amazónico Augusto Falconi, quien logra un retrato de Ino Moxo, junto a un César Calvo Soriano fundido en medio de las hojas y formas del bosque.

Ino Moxo y César Calvo

La novela, en los últimos veinte años, ha sido además un referente muy importante para los artistas que han generado sus proyectos desde el contexto amazónico. Se trata, sin lugar a duda, de una de las novelas que más ha influenciado en los procesos creativos de las artes visuales peruanas contemporáneas. Muchas propuestas en soportes muy diversos, desde la pintura, escultura, hasta la instalación y el audiovisual se han creado como intervenciones, reinterpretaciones y actualizaciones de los discursos desplegados en la novela, como ideas que habitan el aire y que como ánima nos nutren y nos dan aliento. Así, esta novela ha nutrido las propuestas creativas de un amplio grupo de artistas que han propuesto cuestionar las narrativas históricas y los estereotipos impuestos sobre la región, y hacer visibles las situaciones de violencia y destrucción constante de ecosistemas que ocurren en el contexto del bosque amazónico. 

Asimismo tomando las palabras del Maestro Don Hildebrando Ríos, “Las Tres Mitades de Ino Moxo y otros Brujos de la Amazonía” es una novela que pone en movimiento potencias y desencadena otras fuerzas, otras palabras en el aire sin conocer el término. 

Gracias a esta nueva edición esta queridísima novela podrá seguir haciéndolo para las nuevas generaciones, hasta ese momento en que como explica Ino Moxo :

“Todo, con el tiempo, volverá a ser de todos. Podremos existir en nuestra vida y a la vez en la vida de todas las personas que antaño fueron cosas, y en la vida de las cosas que habrán de ser personas”.

Visitando la Librería Sur.

Rubén Gil Calvo, Helwa Gil Calvo, Guillermo Calvo Soriano,
Nania Calvo Soriano, Carla Oneto, Guillermo Soriano Lindo,
familiares del Poeta César Calvo, en conversación animada.

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Edita el Dr. Guillermo Calvo Soriano de Lima - Perú
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viernes, 4 de octubre de 2024

Ernesto Hermoza - Doña Graciela Soriano de Calvo en Presencia Cultural - Vídeo


César Calvo. Foto de Eva Lewitus.

Ernesto Hermoza 

Doña Graciela Soriano de Calvo 

en "Presencia Cultural"

Doña Graciela Soriano de Calvo


Ernesto Hermoza entrevista a Doña Graciela Soriano de Calvo, 
de 102 años,
sobre su hijo el laureado Poeta César Calvo 
en su luminoso departamento de Chaclacayo, 
en el Programa Presencia Cultural del Canal 7 del Perú.

Vídeo : Ernesto Hermoza presenta

 a Doña Graciela Soriano de Calvo 

en "Presencia Cultural"

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COMENTARIOS

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Ahora sabemos que esa vena poética, esa contundente ironía, esa rapidez mental de César le venía de su madre Graciela.
Gracias a la poeta Inés García Calderón que hizo posible esta entrevista.
Gracias a doña Graciela, a sus hijas Helwa y Nania, 
a Guillermo que guarda la memoria de su hermano con amoroso afán y a Silvia su asistenta que la acompaña siempre.

Ernesto Hermoza.
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¡ Que bonita entrevista ! Tan cálida. Demasiada ternura. 
Vos contáis a vuestro lado con una Alma Bella. Por siempre.

David Canales Perea
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Que orgullosa me siento de poder disfrutar de todo lo de esta bella familia.
Felicitaciones por su cumpleaños Señora Graciela Soriano 
llena de Admiración y cariño.
Me tocó e hizo llorar de emoción.
Que mi Dios se las guarde y me la bendiga,desde Colombia
 y desde lo más profundo de mi corazón.
Mi Maestro Hermoso, me siento orgullosa,
muy orgullosa de poder compartir todo esto con ustedes.
Todo mi cariño,

Luz Galeano Vélez

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Dottore, por favor, dale un beso mio a tu madre.
 ¡Es impresionante ver su fuerza y magia! 
Doña Graciela -El Chino-.

Te quiero siempre,

Viviana Martínez

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Infinitas gracias por compartir tan bella entrevista. 
Una Dama bendecida por Dios y un hijo muy afortunado. 
Por favor, ámela con su corazón y sus dos manos 
y muestre su cariño cada hora, cada día. 
Dios lo siga bendiciendo

Elena Maura

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Agradecimiento y Felicitaciones.
Hermano Guillermo,te envío estas palabras lleno de emoción 
al haber escuchado y visto a tu Señora Madre llena de energía haciendo comentarios de la vida de tu hermano César,
tendrás gran satisfacción y orgullo.
Que Dios te la bendiga.
Mis mas sinceras felicitaciones por este hermoso Vídeo recordando al querido Poeta.
Un Triple Abrazo Fraternal 
de tu Hermano 

Luis Vicente Manunta Ponce

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Doña Graciela, he escuchado con mucha emoción 
sus remembranzas de César, y alegría al oír su voz, 
mezcla de humor y ternura, inconfundible en mis recuerdos.
Los diez años de mi niñez que compartí con César y ustedes, 
han dejado una profunda huella que nunca olvidaré. 
Reciba un abrazo y un beso desde Baltimore, Maryland.USA.

Eduardo Portella Falcón.
Su casi hijo y amigo de siempre...

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Caro Guilhermo Calvo, 
que maravilha a entrevista da Graciela.
Minha Mãe Laura está aqui conosco em Soracaba 
e também assistiu o vídeo.
Simplesmente adorou, é muita emoção...
Um forte abraço

Luiz Calvo Dos Santos - Brazil.
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Edita el Dr. Guillermo Calvo Soriano de Lima - Perú
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sábado, 28 de septiembre de 2024

Mario Pozzi-Escot - "César Calvo" - Documental.

 

César Calvo. Foto de Eva Lewitus.

Mario Pozzi-Escot "César Calvo" Documental 

Vídeo : Mario Pozzi-Escot "César Calvo" . Documental

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Edita el Dr. Guillermo Calvo Soriano de Lima - Perú
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César Calvo - "Los Poetas aquellos Soñadores de lo Real". Vídeo

 

César Calvo. Foto de Eva Lewitus.

César Calvo 
"Los Poetas aquellos soñadores de lo Real"
Exposición.


Vídeo : César Calvo 
"Los Poetas aquellos soñadores de lo Real"

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martes, 24 de septiembre de 2024

César Calvo "Ciudad de los Reyes 1968" - Poesía - Vídeo

César Calvo. Foto de Eva Lewitus.

César Calvo 
"Ciudad de los Reyes 1968" - Poesía

Vídeo : César Calvo 
"Diario de Campaña" - Poesía

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Edita el Dr. Guillermo Calvo Soriano de Lima - Perú
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lunes, 23 de septiembre de 2024

César Calvo - "Nosotros no hemos muerto jamás entre los Pinos" - Poesía - Vídeo

 

César Calvo. Foto de Eva Lewitus.

César Calvo 
"Nosotros no hemos muerto jamás 
entre los Pinos" - Poesía

Vídeo : César Calvo 
"Nosotros no hemos muerto jamás entre los Pinos" - Poesía

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Edita el Dr. Guillermo Calvo Soriano de Lima - Perú
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domingo, 22 de septiembre de 2024

César Calvo canta "La Canción del que ha caído" - Costeña

 

César Calvo por Eva Lewitus.

César Calvo canta 

"La Canción del que ha caído" Costeña.

Del L.P. "Poemas y Canciones"

L.P. Poemas y Canciones

Editorial "El Río" de César Calvo.

Con la Guitarra de Carlos Hayre.

Vídeo : César Calvo canta "La Canción del que ha caído" 

Costeña del L.P. "Poemas y Canciones".

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César Calvo "Canción del que ha caído". Costeña


Yo ya no veré la tierra ni ella escuchará mis pasos.


Abre tus ojos, mis ojos, que en esta sombra se cierra,

Combate por lo que lloro. Yo ya no veré la tierra.

Combate por lo que lloro. Yo ya no veré la tierra.


Que de sangre y no de llanto sea el río de tu pena.

Lo que me ha matado vive. Yo ya no veré la tierra.

Lo que me ha matado vive. Yo ya no veré la tierra.


Cuando cante el "Corizoco" y sea nuestra tierra,

Yo he de estar en tu alegría

pero no veré la tierra...

Yo he de estar en tu alegría

pero no, Yo ya no veré la tierra...


César Calvo

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Edita el Dr. Guillermo Calvo Soriano

de Lima - Perú

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gcalvo77@yahoo.es

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viernes, 13 de septiembre de 2024

César Calvo canta "De no acabar" - Poemas y Canciones

 

César Calvo por Eva Lewitus.

César Calvo canta "De no acabar" 

Poemas y Canciones

L.P. Poemas y Canciones

Editorial "El Río" de César Calvo.

Con la Guitarra de Carlos Hayre.

César Calvo "De no acabar".

Esta, esta vida que nos mata,

no tiene cuando acabar.

Vá, vá, vá, vá.

Azu, azucar nuestra y amarga,

sólo al Amo endulzará,

Vá, vá, vá, vá.


Corta la caña, Negrito,

como el Azucar es blanca,

como el Azucar es blanca,

pá Nosotros, no será...


Cuando, Ñó Ramón Castilla,

entre las cañas maduras,

entre las cañas maduras,

tu Sable renacerá...


Corta la caña, Negrito,

ten el Machete a la mano, 

ten el Machete a la mano, 

que pronto Amanecerá...


Esta, esta vida que nos mata,

muy pronto se ha de acabar,

Vá, vá, vá, vá.


Vídeo : César Calvo canta "De no acabar" 

Poemas y Canciones.

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de Lima - Perú

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gcalvo77@yahoo.es

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domingo, 8 de septiembre de 2024

Ribeyro, la anticipada nostalgia (1971). Entrevista. César Calvo. Diario La Nueva Crónica.

 Julio Ramón Ribeyro

Ribeyro, la anticipada nostalgia (1971). 

Entrevista. César Calvo. 

Diario La Nueva Crónica.

Simbólicamente, Julio Ramón Ribeyro no quiso despedirse de Santa Beatriz. Horas antes de volver a Francia concedió a La Nueva Crónica esta última entrevista. Lo encontramos confundiendo libros y vestidos dentro de una maleta inmensa, tan excesiva y honda que parecía que se estuviese yendo para siempre. Asediado por mi grabadora prestada y el implacable lente de Risco, yendo de su casa a los malecones de Miraflores y de los malecones a su memoria, le dijo adiós a Lima. O prefirió no decirle nada. Pero no quiso despedirse de Santa Beatriz, el barrio donde nació, el barrio rodeado de árboles probablemente derribados donde vive todavía su infancia.“En Santa Beatriz vivía también Sebastián Salazar Bondy. Y Chariarse. Y Blanca Varela. También Pepe Bonilla y Washington Delgado. En realidad, los únicos que conocí en esa época fueron Blanca y Washington. Tendríamos 6 o 7 años. Corríamos por el barrio y jugábamos e íbamos a una escuelita que quedaba cerca de mi casa. Santa Beatriz era verdaderamente una especie de aldea llena de gente espléndida que después se dispersó. Como si ciertos barrios fueran propicios para segregar unos cuantos monstruos: escritores, poetas, pintores. Porque también vivía Szyszlo allí, creo que en la calle Alejandro Tirado”

“A los 7 años me mudé a Miraflores. Entonces Santa Cruz era una hacienda. Mi casa fue una de las primeras que se construyó por aquí en 1936. No había luz ni agua. Era una casa moderna, pero había que alumbrarse con velas y traer agua en barriles. Había cerca un establo y los toros pasaban todas las tardes, y en las mañanas las vacas iban a ser ordeñadas y pasaban por ahí, contoneándose llenas de cencerros por la avenida Comandante Espinar, por 2 de Mayo. Ahora todo eso me parece increíble”.

ADIOS A LIMA PERO A NADIE MÁS

Yo estaba seguro de que Julio Ramón Ribeyro no iba a querer despedir de su primera casa. Recorrimos Miraflores, Santa Cruz, parte de San Isidro, hablando de mil cosas pero se negó, tímida y tercamente, a despedirse de su barrio de monstruos. Será porque Ribeyro es uno de esos escritores que insisten en su infancia. Como todo creador auténtico, cultiva un niño asombrado dentro de sí, un niño que descubre y define las cosas a diario recreándolas.

“Puede ser. Pero sospecho que dentro de todos nosotros hay gente además de ese niño. Porque se conservan hasta los recuerdos más lejanos y olvidados. Y a veces esto no es una cuestión puramente proustiana. Un color puede hacerte revivir grandes escenas de tu infancia. Una vez, en Bélgica, hace ya muchos años, vi desde un tranvía un anuncio comercial que tenía los colores ocre y verde. Esa especie de asociación cromática me hizo recordar los cuartos, las paredes, mis amigos, mis tías de esa época, mi abuela dormitando”.

“Creo que en todo el mundo hay varios personas o varias personalidades. A través de la vida una de ellas termina por imponerse a las otras, las regresa al silencio, las domina. Y solo en momentos excepcionales, de gran peligro o de gran pasión, alguna de ellas logra suplantar a la principal. En mi caso coexisten varias, con igual vehemencia. Por un lado, existe el escritor; por otro lado, el bohemio; por otro lado, el hombre de su casa, el padre de familia que no es escritor ni bohemio. Y el niño de 7 años que corría frente al mar y se iba escuchar audiciones en Radio Miraflores. Y también una especie de aventurero frustrado, de viajero que ya no viaja de seductor que ya no seduce”

UNA PREGUNTA EN BLANCO

—Julio, ¿qué le dirías a Lima antes de partir?

—Qué pregunta tan complicada… No sé…

—¿O no tienes absolutamente nada que decirle?

—Francamente, no sé…

—¿No le dirías, por ejemplo, que se vuelva peruana, que se nacionalice?

—Mira… Voy a darle vueltas mientras hablamos de otras cosas. Por ejemplo, puedo decirte algo sobre ese cuento que tú consideras, inexplicablemente, extraordinario. Ese de Tres historias sublevantes. Ese de la Higuerilla. Un día se me ocurrió bajar a la playa por una de esas quebradas que hay cerca de mi casa y me encontré con él, y me dijo su historia a grandes rasgos: que había tenido un hijo que murió ahogado, que otro se había fugado, que antes eso era una pequeña barriada con establecimientos de baños, que todo había sido demolido… Me impresionó mucho su relato, simple y desgarrado, pero más me impresionó una planta que crecía en medio de ese paisaje árido y pedregoso. Crecía tenazmente, pese a todo, y me pareció de pronto que era la vida de ese pescador… Durante meses estuve indagando el nombre de esa planta, y solo cuando lo descubrí comencé a escribir el cuento… “Nosotros somos como la Higuerilla”… ¿Te acuerdas?

—¿Y por qué no te apasiona como a mí el cuento ese?

—Creo que no he hecho hasta ahora ninguna obra que me satisfaga. Mis obras están llenas de pequeños detalles valiosos. Como si en cada uno de mis cuentos asomasen pequeñas obras maestras, pero se reducen a frases, a expresiones, a metáforas. Yo quisiera que toda esa obra llegase a alcanzar su unidad. Quisiera una obra donde se dicen todos esos fragmentos. Porque todo lo que he escrito no son sino fragmentos de una obra más amplias que no sé si algún día llegaré a escribir.

—Y, a propósito, ¿qué le dirías a Lima antes de partir?

—Después, después…

—Bueno… ¿qué época de tu vida recuerdas con más alegría?

—Esa de mi infancia, cuando hacíamos excursiones nocturnas, armados de linternas, a la huaca Juliana…

LOS CREPÚSCULOS INFINITOS

“Después descubrimos la parte de chacras, cerca del antiguo aeropuerto de Faucett, y sobre todo, los barrancos, las bajas al mar, esas playas abandonadas, La Pampilla, el Hondo, y esas tardes interminables, largas, de la infancia. No sé…, a medida que pasa el tiempo, los días se adelgazan, pasan más rápidas. Antes, en un solo día, se podía hacer infinidad de cosas. Se podían hacer paseos en bicicleta, y jugar fútbol, y más tarde ir a la matiné, y más tarde salir a caminar, y más tarde descubrir la huaca de nuevo… Los días no terminaban nunca, eran larguísimos. Y eran doradas, además. Y había unas puestas de sol extraordinarias que nunca más he vuelto a ver… Creo que esa es la época que recuerdo con más alegría.

—¿Y la época más oscura?

—Sin duda alguna, los meses que siguieron a la muerte de mi padre. No solamente porque él fue lo único que he tenido en mi vida, sino porque nos dejó en medio de dos desastres: uno moral y otro económico. Porque mi padre vivía solo de su trabajo, y cuando se murió hubo que vender el carro, despedir al jardinero, eliminar a una de las empleadas, sobrevivir largos años con pequeñísima indemnización. Por otra parte, el sentimiento de orfandad, que hasta ahora me acosa. Esta sensación de haber perdido ayer a una especie de guía, consejero, modelo,  y que no he vuelto a encontrar ni en las lecturas ni en las personas, ni en nadie… Yo hago extensiva esta orfandad a la mayor parte de los escritores peruanos… Como que vivieran y escribieran atormentados por la falta de Maestros… Y ese culto a César Vallejo, me pregunto, ¿no podrá explicarse, entre otras cosas, como que los escritores desamparados creyesen haber encontrado a su padre verdadero?… Después he tenido otras épocas oscuras, ya en Europa, momentos de decepción, de desamparo, de pobreza, de enfermedad, pero han sido instantes de tristeza que he podido superar.

EL CORONEL RIBEYRO, ALLÁ EN CHORRILLOS

—Julio, en vista de que te niegas aún a decirle algo a Lima, tengo derecho a hacerte una pregunta lerda o lenta, para no ofenderme. ¿Qué cosa querías ser tú de niño?

—De niño yo quería ser militar. Quería ser Coronel

—¿Igual que ahora?

—Mira… Ahora yo quiero ser escritor… En esa época no, porque no había ningún escritor en mi familia, y sí muchos militares. Y yo quería ser militar. Tenía unos tíos que eran oficiales y que me llevaban al cuartel de Chorrillos. A veces que me quedaba a dormir allí, en el cuarto de la tropa, y en las mañanas del domingo montaba a caballo con los soldados y paseaba por Chorrillos. La influencia familiar despertó en mí una vocación castrense que desapareció poco a poco. Hubo un momento en que no quería ser absolutamente nada. Estudié Derecho porque me lo aconsejó mi padre. Llegué incluso a trabajar en un estudio de abogados, hasta que me di cuenta que para destacar había que servir a los ricos. Entonces dejé la profesión aquí y me fui a Europa…

—Ernesto Sabato me dijo alguna vez, sospecho que deambulando por el parque Lezama de Buenos Aires, que para ser un gran escritor hay que ser primero un gran hombre. ¿Tú compartes ese criterio?

—En realidad, sospecho que no. La historia literaria demuestra muchas veces lo contrario. Entre las virtudes mortales y la calidad literaria no hay necesariamente una correspondencia directa. Ha habido, y hay, grandes sinvergüenzas que son escritores notables, sin alusiones personales.

—Ni autocríticas, espero.

—No. Estoy pensando en Céline, en el Pound de cierta época y en… No, mejor no lo pongas…

—¿Y en tu caso?

—Creo que las limitaciones que puede haber en mi obra se deben un poco a mis prejuicios de tipo moral. Quiero decir que por haber tratado de llevar una vida justa y honesta he renunciado a una serie de experiencias que hubieran podido enriquecer lo que escribo. Incluso, por respeto a la amistad, o por mostrarme acogedor, a veces sacrifico mi tiempo de escritor a otras actividades, recibiendo gente, conversando con amigos, leyendo librejos de aprendices, concediendo entrevistas… Otra vez sin alusiones.

—¿No recuerdas haber hecho ninguna maldad?

—Escribiendo sí, pero viviendo no. En síntesis, te diré que, para mí, más importante es ser un hombre honesto que un gran escritor.

EL GENERAL VELASCO Y UNA PARTIDA DE PING-PONG

—Hoy almorzaste con el General Velasco, ¿no?

—Sí. Estaba invitado a Palacio, pero el Presidente estaba muy ocupado en una reunión con algunos Ministros. Entonces, para hacer tiempo, con su yerno Ítalo Zolezzi jugamos una partida de ping-pong. Fue una partida encarnizada que duró cerca de una hora. Naturalmente, como somos muy malos jugadores, los dos perdimos.

—¿Ya habías conocido antes a Velasco?

—Bueno, hace quince días estuve conversando con él y con Hugo Neira, y un periodista argentino, Salas. Pero lo conocí hace aproximadamente ocho años, cuando era agregado miliar en la Embajada nuestra en París. Tuve oportunidad, en aquella época, de conversar con él varias veces…

—Políticamente, ¿qué impresión te causó entonces?

—Bueno, tengo la impresión que por aquel tiempo el General Velasco no tenía proyectos políticos, aunque sí una clara conciencia de los problemas del país. Nos impresionaba por su sinceridad, por su honestidad. A diferencia de otros militares que yo había conocido y que se envanecen cuando llegan a las más altas graduaciones, él continuaba siendo un hombre enteramente simple, como hasta ahora, fiel a su origen popular y modesto, de una familia del norte, con definidos sentimientos antioligárquicos. Y sentía un gran cariño, me acuerdo, por la gente humilde del Perú.

PARÍS, JUAN PABLO CHANG Y GUILLERMO LOBATÓN

—¿Tú fuiste reaccionario alguna vez?

—Sí

—¿Cuándo dejaste de serlo?

—Creo que cuando viajé a Europa por primera vez. Antes de ello, hasta 1952, en mis discusiones y conversaciones universitarias yo adoptaba una actitud retrógrada. Incluso pensaba, por ejemplo, que el indígena peruano era un ser completamente degenerado, que los gamonales tenían la razón, que las comunidades eran improductivas y atrasadas, en fin… Ya en Madrid, alternando con latinoamericanos más lúcidos que yo, comencé a darme cuenta que estaba equivocado. En 1954, cuando viajé a París, se operó definitivamente un gran cambio en mí. Eso se debió, en gran parte, al hecho que tuve que trabajar en oficios penosos… Fui obrero en una estación de ferrocarril, portero en un hotel sórdido. Comprendí la vida durísima del que tiene que tiene que trabajar ocho o diez horas diarias, usando sus brazos, su fuerza física, y después no le queda tiempo ni curiosidad para leer ni educarse, ni para ir a un espectáculo, y lo único que le provoca es quedarse a dormir. Me di cuenta que era una situación despiadada y sin salida, que los trabajadores en nuestro mundo llamado libre estaban como que exonerados del porvenir y que eso se debía cambiar radicalmente.

—¿Qué hacías, exactamente, en la estación de ferrocarril?

—Era cargador. Tenía que recoger la mercadería en unas carretillas y llevarlas hasta el andén, hasta unos camiones. Eso era durante ocho horas consecutivas, sin parar. Estuve tres meses así. Abandoné el trabajo un día que tuve que descargar un vagón de hulla, cerca de cuarenta toneladas de hulla. El esfuerzo fue tan extenuante que cuando salí y fui a ducharme, me desmayé. Me llevaron a mi hotelucho en taxi y ya no regresé más, estuve como una semana en cama, tosiendo hollín, con los ojos irritados.

—¿Qué hiciste entonces?

—Me metí en uno de los trabajos más hermosos de mi vida, algo que se conoce en Francia como Ramassage. Las personas recogen periódicos y revistas viejas en las casas y las venden al peso. El trabajo lo efectuábamos en un triciclo y con mucha libertad. A cada uno de nosotros nos daban una calle, un bulevar, y entonces uno empezaba a las ocho de la mañana de puerta en puerta, recogiendo papeles, hasta alcanzar cien o doscientos kilos. Tuve ocasión de conocer, trabajando así, todo el interior de París, porque entraba a las casa, descubría a la gente más desconcertante. Recuerdo que Juan Pablo Chang trabajaba también en eso. Y Guillermo Lobatón. Recuerdo que el patrón, el que nos compraba los diarios al peso, nos explotaba terriblemente. Vendía los papeles a un precio cuatro veces mayor que el que nos daba. Lobatón lo descubrió un día y organizó una huelga entre todos los estudiantes que hacíamos Ramassage. El patrón tuvo que cerrar la fábrica y se negó a seguir empleando latinoamericanos. Fue la primera intervención política que tuvimos allá.


DALE CON LA PREGUNTA

Cuando Julio Ramón estaba por despedirse de nosotros, insistí en el asunto de “¿qué cosa le diría a Lima antes de partir?”. Me acusó de poco original. Insistí. Me acusó de sádico. Se puso a hablar entonces de los escritores de mañana, que nacerían del pueblo, los campesinos, los obreros.

“La literatura ha estado en manos de una élite burguesa. Igual que en la Europa de cierta época estuvo en manos de la aristocracia. Los escritores aristócratas no concebían que pudieran salir escritores de la pequeña burguesía. Cuando el  duque de Saint-Simon se enteró de un escritor llamado Voltaire, no lo podía creer. Creía que la literatura era un privilegio de su clase. Por eso nosotros, muchas veces, escritores burgueses o pequeñoburgueses, miramos con desprecio las cosas que hace la gente del pueblo, los poetas proletarios, por ejemplo. Acaso por el momento no lo hagan muy bien, pese su insistencia, que es la misma tenacidad de la historia y de la vida, surgirán grandes artistas. No se trata, pues, de una traslación del poder económico y político solamente, sino también, y fundamentalmente, del poder cultural…”

—¿Y qué le dirías, entonces, a Lima?

—Ufff. ¡Qué puedo decirle! ¡Qué mensaje puede darle!… Francamente, no se me ocurre nada…

—Supongo que te entiendo, Julio Ramón. Es difícil, cuando no inútil, encargarle algo a una cabeza que va camino al patíbulo.

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Edita el Dr. Guillermo Calvo Soriano de Lima - Perú

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<gcalvo77@yahoo.es>

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