domingo, 24 de abril de 2011

Calvo: la poblada memoria - Columna del Director - César Lévano

César Calvo

Calvo: la poblada memoria 
Columna del Director - César Lévano

Se cumplen hoy diez años de la partida de César Calvo. Para evocarlo se le rinde esta noche en el Centro Cultural de San Marcos un homenaje, en el cual se presentará la segunda edición de su libro Pedestal para nadie. César me decía su “hermano mayor”. En ese epíteto se vuelca un mundo de afectos, experiencia compartida, combates comunes, seres queridos (en esto, sobre todo Juan Gonzalo Rose).

En el libro César, siempre, que editó Juan Pedro Carcelén, escribí el ensayo “Para escuchar su sombra”. Parafraseaba el hecho de que Calvo solía conversar con el fantasma de Javier Heraud, asesinado años antes con balas dundún cuando navegaba en un río. En ese escrito expresé: “Hay en la poesía de Calvo una nota intimista, sobre todo en la de índole amatoria. Pero junto a esa nota suena a lo largo de su creación el canto coral de un pueblo, de los pueblos”.

Era lírico y narrativo, realista y fantasioso el poeta del “Nocturno de Vermont”.
No sé si he contado ya de la última vez que lo vi decir ese poema. Fue en un café de Barranco y había él leído en un altillo, sentado ante una mesa, varios poemas.
De pronto, se puso de pie y declaró con su voz tajante: “La mujer que me inspiró este poema me ofreció venir, y no ha venido”.

Había tal dolor en su rostro, que comprendí que este hombre, tan amado por las mujeres, había concentrado en la musa de Vermont toda la intensidad de un gran abrazo. En eso consiste la gran poesía de amor. Consiste, explicó Antonin Artaud,
en convertir la decepción de un instante en una conmoción cósmica, eterna. Como en la “Elegía de Marienbad” de Goethe.

Calvo solía ir a mi casa, y poblarla de carcajadas e ideas. Cuando produje un programa radial de los domingos, “Letra y Música”, en lo que era Antena Uno Radio y es ahora CPN, muchas veces apareció Calvo. Gracias a su voz, su ingenio, su inspiración, cada diálogo era una fiesta. Una jarana.

Hubo, hace tiempo, en la Casona de San Marcos un concurrido homenaje a Calvo. Reynaldo Naranjo dijo entonces:
“Esta reunión debió tener más público. Si se hubiera convocado a todas las amadas del poeta, estos patios habrían resultado estrechos”.

Los poetas de veras son profetas de veras. En 1986, Calvo organizó el Primer Encuentro Internacional de Poetas en la Amazonía. El italiano Andrea Blarzino ha recordado en César, siempre la Declaración que entonces se aprobó. Reproduzco párrafos que parecen hechos para Bagua:

“No solamente cantamos por la belleza y los prodigiosos dones de nuestra selva (cada día más peligrosamente amenazada, y con ella la respiración del futuro)…

“Asumimos en este canto las voces de nuestros hermanos, los indios amazónicos, y de cuantos pueblan América latina, que se alzan en defensa del don sagrado de la Tierra y de su identidad agredida”.



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Edita Dr. Guillermo Calvo Soriano

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